Al final, una silla puede hacerte feliz.
<Hace falta una hora y cuarto de precisas maniobras para maquillar a Melania Trump. Por eso, igual que Gerald Ford instaló una piscina exterior en la Casa Blanca, Barack Obama colocó una cancha de baloncesto y Harry Truman se hizo una bolera, la primera dama quiso añadir un glam room: su propia habitación de pelo y maquillaje. No se muy bien si se ha llegado a construir, pero a tenor de la información que nos llega sobre la pareja presidencial estadounidense, supongo que no. Una de las historias más tristes que he leído últimamente, es que cuando redecoraron su nuevo hogar, Melania escogió unos cuantos muebles de lineas "limpias y modernas", pero Donald tardó exactamente 23 segundos en sustituirlos por su acostumbrado mobiliario dorado estilo Luis XIV.> dice Daniel García, periodista.
Y con esto te planteas: ¿realmente hace falta diseñar más?, como diseñador ¿que queremos decir con nuestros diseños? y como consumidores, ¿que aspiramos a sacar de esa mesa?
Leyendo artículos vi que el periodista Stephen Bayley escribe: la era de los grandes diseñadores terminó porque los objetos no pueden solucionar la complejidad del mundo desde luego, producir más y más rápido tampoco contribuye a nuestra felicidad. Aunque se diseñen más sillas al año, no tengo la sensación de que haya más obras maestras.
Yo siento que el diseño, el interiorismo, le decoración e incluso la arquitectura son arte. Arte donde uno se puede refugiar.
Y respondiendo al periodista Daniel García, Melania seguro que encuentra la paz que necesita en su "glam room" si se lo han hecho. Y para Trump, el estilo Luis XIV le hace sentirse en casa. Hasta una firma de moda, la de Kanye West, llamada Yeezy, ha abierto en los ángeles un templo a la renuncia hecho de hormigón, que instala lo que hoy llamaríamos decoración contemporánea donde hubo antes una escalinata de mármol pulido, antigüedades de 1993.
Al final creo que cuando todo sea tecnología en el futuro, con la excusa de tostarnos el pan nos estarán vigilando, aunque ya lo estén haciendo de una manera u otra, y la silla preferida más sencilla nos seguirá reconfortando.
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